Sendero Ecológico El Aprisco
Sendero Ecológico El Aprisco es un remanso en las montañas de Totonicapán, que junto con otro parque invitan a visitar el bosque y el frío de este lugar.
Sendero Ecológico El Aprisco es un remanso en las montañas de Totonicapán, que junto con otro parque invitan a visitar el bosque y el frío de este lugar.
Para llegar al sendero ecológico El Aprisco se debe seguir la carretera que de la cabecera departamental de Totonicapán conduce a Quiché. Son poco más de cinco kilómetros sobre un camino de terracería que está en buenas condiciones, cuyo trayecto es agradable, con un paisaje hermoso que lo acerca a la vida cotidiana de los pobladores del paraje Chuipachec.
En el ambiente de este sector, es donde El Aprisco abrió sus puertas hace poco más de un año, el cual es administrado por la Asociación CDRO, que compró el terreno de 13 hectáreas y lo convirtió en un parque ecológico, contando con el apoyo de la Fundación Soros y con el respaldo de la Dirección Departamental de Educación de Totonicapán.
El nombre que este lugar tiene es adecuado , ya que aquí el visitante se puede resguardar de la intemperie y del frío que caracteriza a la región, viéndose desde la entrada el bosque de pino. Con una bicicleta a la mano puede ser agradable recorrer estos primeros metros. El parque se ha convertido en el principal lugar para educar a los pobladores acerca de temas ecológicos, principalmente los estudiantes de las escuelas cercanas, asignándoles un guía a cada grupo.
El recorrido está diseñado con ocho estaciones a lo largo de dos kilómetros, y en una de las mismas se puede apreciar una especie en vías de extinción, como lo es el pinabete (Abies guatemalensis), que la administración del parque se esmera en cuidar. Y en las siguientes estaciones se enseña la importancia de lo bosques, la fauna (aves y otro tipo de animales) y flora, en donde también se hace conciencia acerca de los efectos de la deforestación, el uso de las plantas medicinales y el agua. La mayor parte del bosque es vírgen, y el resto fue reforestado hace 20 años, en donde predomina el pino colorado y el pino blanco.
Además, hay espacio para acampar, un área de juegos para niños, dos cabañas para ocho personas y cocinas (sin servicio de alimentación).
De Parque a Parque
Sendero el Aprisco se encuentra cercano a otro hermoso lugar, como lo es el Parque Regional Municipal los Altos de San Miguel Totonicapán, el cual fue creado en 1997.
Según la organización Parks Watch, es el bosque de coníferas más grande y mejor conservado de Guatemala, que cuenta con una extensión de dieciseis mil cuatrocientas cuatro hectáreas, y que constituye el reducto más grande de pinabete en el país. La administración municipal mantiene un vivero de las distintas especies con que reforesta el área.
La hilera de árboles parece interminable. Los pinos se suceden unos a otros en una secuencia bien delineada. En lo alto, las copas intentan alcanzar las nubes, tocarlas con sus hojas, cubriéndose con la neblina característica de Totonicapán. Quienes cuidan del lugar hablan de su belleza, de los senderos que llevan a lindas vistas.
La vegetación también invita a caminar, a adentrarse en ella, a buscar el árbol más viejo o al que tenga el diámetro mayor. A fin de año, las autoridades montan guardia para evitar que la gente corte las ramas del pinabete, una práctica que lo ha puesto en peligro de extinción.
Para llegar al sendero ecológico El Aprisco se debe seguir la carretera que de la cabecera departamental de Totonicapán conduce a Quiché. Son poco más de cinco kilómetros sobre un camino de terracería que está en buenas condiciones, cuyo trayecto es agradable, con un paisaje hermoso que lo acerca a la vida cotidiana de los pobladores del paraje Chuipachec.
En el ambiente de este sector, es donde El Aprisco abrió sus puertas hace poco más de un año, el cual es administrado por la Asociación CDRO, que compró el terreno de 13 hectáreas y lo convirtió en un parque ecológico, contando con el apoyo de la Fundación Soros y con el respaldo de la Dirección Departamental de Educación de Totonicapán.
El nombre que este lugar tiene es adecuado , ya que aquí el visitante se puede resguardar de la intemperie y del frío que caracteriza a la región, viéndose desde la entrada el bosque de pino. Con una bicicleta a la mano puede ser agradable recorrer estos primeros metros. El parque se ha convertido en el principal lugar para educar a los pobladores acerca de temas ecológicos, principalmente los estudiantes de las escuelas cercanas, asignándoles un guía a cada grupo.
El recorrido está diseñado con ocho estaciones a lo largo de dos kilómetros, y en una de las mismas se puede apreciar una especie en vías de extinción, como lo es el pinabete (Abies guatemalensis), que la administración del parque se esmera en cuidar. Y en las siguientes estaciones se enseña la importancia de lo bosques, la fauna (aves y otro tipo de animales) y flora, en donde también se hace conciencia acerca de los efectos de la deforestación, el uso de las plantas medicinales y el agua. La mayor parte del bosque es vírgen, y el resto fue reforestado hace 20 años, en donde predomina el pino colorado y el pino blanco.
Además, hay espacio para acampar, un área de juegos para niños, dos cabañas para ocho personas y cocinas (sin servicio de alimentación).
De Parque a Parque
Sendero el Aprisco se encuentra cercano a otro hermoso lugar, como lo es el Parque Regional Municipal los Altos de San Miguel Totonicapán, el cual fue creado en 1997.
Según la organización Parks Watch, es el bosque de coníferas más grande y mejor conservado de Guatemala, que cuenta con una extensión de dieciseis mil cuatrocientas cuatro hectáreas, y que constituye el reducto más grande de pinabete en el país. La administración municipal mantiene un vivero de las distintas especies con que reforesta el área.
La hilera de árboles parece interminable. Los pinos se suceden unos a otros en una secuencia bien delineada. En lo alto, las copas intentan alcanzar las nubes, tocarlas con sus hojas, cubriéndose con la neblina característica de Totonicapán. Quienes cuidan del lugar hablan de su belleza, de los senderos que llevan a lindas vistas.
La vegetación también invita a caminar, a adentrarse en ella, a buscar el árbol más viejo o al que tenga el diámetro mayor. A fin de año, las autoridades montan guardia para evitar que la gente corte las ramas del pinabete, una práctica que lo ha puesto en peligro de extinción.
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